Con independencia de las adhesiones que pueda obtener el Presidente, de los grupos políticos que se sumen a las propuestas realizadas, si la mayoría de los representantes ciudadanos aportaran ideas que enriquecieran lo ofrecido por el Gobierno, seguro que estaríamos utilizando el método correcto.
Pero, la realidad se impone y nos encontramos ante un Partido Popular, que nada de lo ofrecido tiene la más mínima consideración. Por ello, me ha sorprendido el discurso y la forma en que Mariano Rajoy, se presenta como alternativa. Lo hace de una manera llamativa, no presentando una serie de decisiones que demuestren que tiene programa diferente, sino que, le pide al presidente Rodríguez Zapatero, que diga una serie de medidas que él, recomienda, pero que las tiene que anunciar el Presidente.
Conocemos la ambigüedad con la que Rajoy, trata muchos asuntos complejos, pero para los estudiosos del comportamiento humano estoy convencido que hay caso para tratar.
A qué se debe la formula empleada. Es decir, yo no asumo en primera persona lo que estoy convencido que se debe hacer y le pido a la otra parte que haga suyo lo expuesto por mí.
Decía que había caso a tratar y lo comprendo. Es como si, no estuviera seguro y ante el temor de equivocarme lo dices tú, y así la culpa es tuya.
Ante lo cual, la ciudadanía nos quedamos con la impresión de que el PP, no se suma a las medidas presentadas por el Gobierno, y tampoco se lanza al ruedo directamente. Complicado para un partido político que se postula como alternativa de Gobierno.
Zapatero ofreció a los partidos políticos negociar un acuerdo de cuatro puntos que debería cerrarse en un plazo de dos meses.