Producto de la casualidad, cuando obteníamos el preciado título, me encontraba en la Avda. de América de Madrid. De allí, salía el autobús que lleva a mi hijo a Barcelona. Por cierto, reside en la ciudad catalana desde hace 2 años y no tiene ningún problema con la lengua catalana. Lo digo para aclarar que todo eso, del castellano y las demás lenguas, son intereses ajenos al vivir diario de las personas.
Regresando a casa, escucho que el Paseo de la Castellana a la altura de Colón y Cibeles, ya está cortado el tráfico. Empiezo a percibir el problema para salir con el coche desde la almendra central a la periferia. Y aunque siempre se aprecia estas concentraciones cuando se celebran los éxitos futboleros, nunca me había encontrado en el meollo de la concentración. La avalancha humana crecía y crecía y los automóviles giro para un lado y otro. Vista la indumentaria, pensé si sería necesario pintarse la cara con el pintalabios de mi compañera.
La cosa, era sorprendente. Y armados de paciencia, analizamos que nunca habíamos visto tanto joven defendiendo otros derechos que le afectan directamente.
FOTOGRAFÍA - Los aficionados celebran la victoria de España. EP - 30/06/2008
Ni la vivienda digna protegida, ni la educación pública de calidad, ni la sanidad pública, ni los contratos temporales y precarios, ni tantas otras cuestiones necesarias para el desarrollo de las personas, movilizan a esa preciada juventud, cómo lo hace el futbol.
Me imagino el quebradero de cabeza para cualquier Gobierno, que tuviera que sortear masivas protestas como la descrita. Una sociedad concienciada en la reclamación de sus derechos y cumplidora de sus obligaciones es algo muy serio, a lo cual, no debemos renunciar.