Así, el ponente Ramón Cotarelo, Catedrático de Ciencias Políticas, nos ofreció a los asistentes un excelente relato de la transición y la postransición para entender mejor la situación que hoy vivimos.
Después de visionar y comentar las curiosas fotos de la época franquista, se nos explica que los poderes establecidos durante cuarenta años, todavía tienen sus reminiscencias en nuestra sociedad.
El Ejército español cuando entramos en la OTAN forma parte de una estructura la cual, impide cualquier atisbo de nostalgia de tiempos pasados y no tiene otra salida que la integración democrática en el sistema constitucional.
Luego, está el poder de la Iglesia católica que en función de los dirigentes de turno puede abrirse o cerrarse en sus postulados. Ahora, estamos cerraditos.
Finalmente, está el poder de la Justicia. La reforma de los códigos de justicia ha sido mínima. Por tanto, estamos actuando bajo unas estructuras del siglo XX.
Conocemos que la carrera judicial es larga y compleja. Que los poderes de los altos tribunales están en manos de personas de edades consideradas.
Aquí, abrimos un paréntesis para darnos cuenta cuando nos ponen las fotos del pasado franquista, que la Plaza de Oriente se llenaba con adeptos. Se decía que los traían en autobuses, pero, es bien cierto que a nadie obligaban a subirse a ellos. Luego, llega la transición democrática y se diluyen desconociendo si abandonan los sentimientos.
A la par, tenemos fotos de restos humanos que todavía hoy, están abandonados en las cunetas de las carreteras y cuando alguien atendiendo a la Ley de la Memoria Histórica decide investigar los crímenes del franquismo, el anterior entramado expuesto denuncia al Juez Baltasar Garzón, y el Tribunal Supremo decide abrir el proceso judicial.
Consecuencia: El Consejo General del Poder Judicial CGPJ suspende por unanimidad al Sr. Garzón mientras es juzgado por el Tribunal Supremo.
Visto todo ello, es necesaria una estructura internacional que acoja a nuestro Poder Judicial.