En lo que sí parece existe unanimidad es en la necesidad de reducir el déficit público. La discrepancia está en las fórmulas que se deben emplear. La cuadratura del círculo no es sencilla, si tenemos en cuenta que el paro causa escasez en la recaudación impositiva y al mismo tiempo genera gasto público, algunas medidas se tienen que tomar.
También hay acuerdo en la necesidad de ser austeros en el gasto, pero al mismo tiempo, desde la gestión pública se puede y se debe invertir para reactivar la economía. En este apartado el Gobierno debe hilar muy fino y priorizar las partidas que se reducen y las que se incrementan.
Luego tenemos el crecimiento y la rehabilitación de viviendas. Los entendidos aconsejan no satanizar la construcción de viviendas, aunque nunca volver a la locura anterior. Se debe acometer el crecimiento demandado de vivienda con protección pública y por tanto, las entidades financieras están obligadas a destinar recursos que ayuden a consolidar los proyectos viables. Además, el proceso rehabilitador es otro modo de crear empleos y a ello, también se tiene que dotar de ayudas que pueden ser muy beneficiosas socialmente.
No dudo que habrá más procedimientos que se tendrán que implantar desde las diversas administraciones públicas, pero lo que aprueba el Parlamento español es la subida de impuestos indirectos IVA. Y, es aquí donde surge la incertidumbre: de inmediato llega dinero fresco a las arcas del Estado, el destino que se le dé puede marcar el futuro. Parte debe ir a la reducción del déficit. Otra partida a mantener la inversión pública, y otra a mantener las necesarias prestaciones que permitan a los consumidores mantener activo el proceso productivo y por añadidura la creación de empleo.
En un momento de crisis como el que estamos viviendo el Parlamento debería buscar otras fuentes de ingresos: las grandes fortunas y transacciones comerciales mobiliarias deben aportar a las arcas del Estado impuestos especiales.
Y para terminar, la sociedad debemos exigir que se nos explique de manera pedagógica cómo se gestiona todo el proceso. Incluso conocer detalles de los distintos tramos del IVA y a qué productos se les aplica.
Únicamente así, podremos valorar las distintas informaciones que nos tienen confundidos.