Esta situación tiene una lectura política mucho más profunda. La adhesión que ha provocado la presidenta de Madrid, no ha sido por las consecuencias de la entrevista. Ese, ha sido el pretexto; el fin, es aparcar definitivamente al alcalde y a su mano derecha, del grupo central que toma las decisiones.
En la Comunidad de Madrid, el grupo popular tiene modelos de gestión muy diferenciados. Conviene recordar, que el pedigrí de ambos es conservador pero el estilo personal de ponerlo en práctica los hace diferentes.
Esperanza, no se corta a la hora de intervenir directamente en todo lo que se mueva; Alberto, te envuelve sibilinamente y tampoco te deja espacio para jugar. Al final, su ambición personal les hace irreconciliables.
Ese perfil político y personal es lo que crudamente se pone de manifiesto a la hora de configurar el grupo dirigente de Caja Madrid. Anteriormente, la historia nos ha permitido asistir incluso al boicot que la presidenta, le hace al alcalde; ello, impide que pueda acompañar a Rajoy en el Parlamento español. Ahora, con el apoyo de los alcaldes de otros municipios quiere laminar al vicealcalde, Cobo.
Esta guerra declarada, en los difíciles momentos que vivimos y la situación creada en Caja Madrid, genera una enorme preocupación en la sociedad; y así lo expone el secretario general de los socialistas madrileños, Tomás Gómez: “A los socialistas de Madrid sólo nos ha preocupado la estabilidad de la entidad y convertirla en un instrumento útil de lucha contra la crisis y el paro en Madrid. Nos ha preocupado que preste hipotecas a las familias para adquirir viviendas, que asegure la financiación de autónomos y PYMES de la región, que contribuya de manera decisiva a la financiación de los Ayuntamientos para que sean también palanca de relanzamiento económico”.
Considero muy interesante la reflexión informativa que presenta el secretario general, Gómez, con el título: Dejemos las cosas claras.