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28/09/2011

No es una quimera, puede ser real

Cada día son más las voces que se alzan en desacuerdo con las prioridades que los gestores políticos de distintos gobiernos e ideologías, deciden aplicar en el gasto del presupuesto que gestionan. PP, PSOE y CiU aplican las mismas recetas a la hora de reducir gastos.

Por ello, me sorprende las noticias más recientes: el Ayuntamiento de Parla ha planteado "una reducción cercana a los 190 puestos de la plantilla municipal". Es cierto que se explica que se están buscando fórmulas diversas para no perjudicar en demasía a los afectados. Eso, no es ningún consuelo. Ya veremos el resultado final.

Problemas de tesorería son los argumentos esgrimidos por el Govern de la Generalitat, para anunciar que se ve obligado a aplazar dos meses los pagos a las residencias concertadas que cuidan a ancianos, discapacitados, drogodependientes y enfermos mentales. Esto, puede desencadenar un efecto dominó de incalculables consecuencias para trabajadores y usuarios.

El Partido Popular, igualmente, tiene abiertos varios frentes en comunidades autónomas donde tiene asumida la responsabilidad de gobernar. Por tanto, con pequeños matices, los tres grupos aplican el recorte o la prioridad del gasto en la misma dirección.

Ahora bien, después de analizadas las medidas que deciden aplicar y conocidos los ingresos de la jefatura del Estado, presidentes, parlamentarios, senadores, consejeros, alcaldes y concejales; y consecuencia de las dificultades económicas que estamos atravesando, ha llegado el momento de reducir drásticamente los ingresos que reciben los gestores públicos en todas las instituciones y administraciones.

Una sociedad democrática madura no puede aceptar que las mismas personas que deciden y toman las medidas correctoras antes descritas, y que cobran puntualmente todos los meses, no fijen un tope de ingresos muy por debajo de lo recibido hasta ahora. No se puede tolerar seguir con esos privilegios y aplicar severas medidas restrictivas a las capas sociales que han depositado su confianza en la acción de gobierno prometida. Este es el debate que ha despertado. Si no se introducen las correcciones necesarias, el actual camino provoca una gran desafección política.

21/10/2009

Dilema presupuestario

El Parlamento español ha vivido el día del debate de los presupuestos 2010. Siguiendo la tradición establecida era el día de la presentación de enmiendas y el pronunciamiento de los grupos políticos en apoyos y negaciones.

La vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado, (PSOE) los define como los presupuestos que “convienen a España” los reconoce “austeros, reformistas y solidarios”. También explica que el Gobierno en época de crecimiento puede bajar los impuestos y en momentos de recesión, precisamente por ser solidarios con los más necesitados, decide subir la presión fiscal.

La realidad es, que no han generado gran consenso, y tanto la derecha como la izquierda acuerdan no apoyar su contenido. Y este es el gran dilema de gobernar. Que lo tienes que hacer para todos y es muy difícil encontrar el equilibrio que produzca satisfacción.

La izquierda exige que el aumento fiscal lo soporte en mayor medida directa, las clases sociales más pudientes. Como ello, no se contempla así, y se aplica a través del gravamen indirecto, le dicen no al Gobierno.

La derecha, cuando se menciona la subida de impuestos tanto si son directos como indirectos, estamos llamando a la ruina de todas las clases sociales. Y por tanto, para conservar bien lo que ya tienen, igualmente dicen no al Gobierno.

Ante esta tesitura, es cuando entra la parte más fea de la política. Un Gobierno que está convencido de que así, debe recorrer el camino de 2010, tiene que buscar apoyos en grupos nacionalistas presentes legalmente en la Cámara. Nacionalistas que consiguen su presencia en el Parlamento, gracias al compromiso electoral adquirido en sus Comunidades y que cuando los necesitas hacen valer sus votos. Parece que esta vez, igual que en anteriores ocasiones, los presupuestos se aprueban gracias a su apoyo.

El episodio relatado genera en los medios de comunicación el consabido debate y análisis de lo escenificado. El Sr. Rajoy, (PP) aprovecha la sesión y solapa sibilinamente a la Sra. Ministra, y hace responsable directo al presiente Zapatero. Nuevamente suelta su diatriba opositora, no presenta alternativa ni propuesta concreta diferente y acusa al Gobierno de llevarnos al desastre nacional.
Es precisamente, este tipo de intervención firme, lo que hace que luego los comentaristas afines, cuando sus compañeros tertulianos le manifiestan el contenido de la exposición, recurren a la consabida reforma laboral y relatan los nombres de personalidades políticas que acreditan que ese es el camino que se debe recorrer para salir de la crisis.

Si detrás de todo esto, no estuviera el drama del paro, podríamos entender que es el ejercicio laboral que tienen encomendado. Pero la sociedad en general asistimos desolados a la falta de consenso que nuestros representantes políticos escenifican.
Es obligatorio encontrar los medios que integren los conceptos que sumen lo bueno de cada ideología, y que todos juntos empujemos en la misma dirección. Luego, estarán las urnas donde cada cual obtendrá el reconocimiento al trabajo realizado.