Anunciado a bombo y platillo en múltiples medios de
comunicación el espectáculo de luz y sonido que se proyectaba sobre el Palacio
Real, después de tanta propaganda, fue decepcionante.
Todo acompañó a despertar el interés: un fin de semana
con días de fiesta consecutiva, mucho turista en Madrid, miles de madrileños en
su residencia habitual y una temperatura agradable.
Muchos miles de madrileños y visitantes debimos pensar
analizando otros espectáculos de estas características que se ofrecen en otras
ciudades de España, que la sede y organización del Gobierno que preside Rajoy,
proyectaría algo especial digno de la capital de España.
Desde dos horas antes, el público se congregaba delante
del Palacio llenando la Plaza de Oriente y calles adyacentes para lograr un sitio preferente. Llega el
momento, y la proyección se retrasa 15 minutos sobre el comienzo anunciado, cosa ésta, que ya
pone nerviosos a los asistentes.
Los señores de seguridad y trabajadores la información
que ofrecían a cerca del tiempo de duración, se aproximaba a los 15 minutos,
más los fuegos artificiales.
Pues bien, hay que decir en honor de la verdad que tanto
montaje y propaganda para que muchos miles de personas pudiéramos apreciar una
gran bandera española sobre la fachada principal, no era ni de lejos lo
esperado en espectáculos de este tipo. Seis minutos de proyección y unos fuegos
lanzados desde una distancia considerable no colmaron las expectativas
despertadas entre el público asistente.
En honor de la verdad, las primeras imágenes fijas
proyectadas antes de empezar, presagiaban algo original que luego no se dio. Fue
una gran decepción que la ciudad de Madrid no se merece.