Pasado el ecuador del mes de agosto, los políticos
empiezan a despertar del agostado mes y preparan sus iniciativas para el resto
de legislatura. Pedro Sánchez, ha sido el primero en hacer un llamamiento a la
militancia socialista madrileña.
El secretario general del PSOE, dada la peculiaridad que
vive el nuevo PSOE-M, requiere a los militantes socialistas a trabajar y
trabajar bajo la nueva dirección de Sara Hernández. Sánchez es consciente de la
intranquilidad que persiste en la comunidad socialista madrileña. Si esto se
mantuviera en el tiempo, flaco favor aportarían los socialistas madrileños al
objetivo común del PSOE federal.
La tranquilidad veraniega incita a la lectura. Y, entre
las diversas notas hay quien analiza la convulsa agrupación, federación,
partido y ahora de nuevo partido madrileño con siglas distintas. Por tanto, no
es nada nuevo lo que sucede.
Ahora bien, llegados al punto de esta realidad y en aras
del bien común del partido, se pueden adoptar dos posturas: en una organización
democrática, a nadie se le puede imponer si no tiene responsabilidad orgánica, que
cumpla con lealtad las decisiones que toma la dirección, si la persona afectada,
valora que no van en la línea política que ella considera acertada. Y, por
ello, de parte del discrepante, se debe dejar hacer sin obstaculizar el trabajo
del nuevo proyecto. Este comportamiento mutuo es el único proceder que ayuda a solventar
de inmediato el conflicto.
Estos principios básicos son los que se aprecia que no se
están poniendo en práctica en la ciudad de Madrid. La destitución de Antonio Miguel
Carmona de la portavocía municipal del Ayuntamiento, y la posterior decisión de
Carmona de seguir con su actividad pública ejerciendo el cargo de concejal
electo, este pasado fin de semana, ha dejado titulares que los más osados lo
califican de “alcalde en la sombra”.
Es preciso recordar que esta persona sí tiene
responsabilidad política institucional por designación orgánica del PSOE. Y, si
él considera que quiere ejercer libremente su actividad política, debe alcanzar
algún tipo de acuerdo con la dirección de Madrid. De no llegar a ese
entendimiento, el incumplimiento de las normas orgánicas puede generar la
aplicación del reglamento que recaiga sobre la actitud del Sr. Carmona.
Analistas atrevidos y quizás con otros intereses, ya
apuntan a la nueva mayoría que se puede producir en el Gobierno del
Ayuntamiento de Madrid si Carmona no encontrara encaje político dentro del
grupo municipal socialista.