A partir de hacerse público el anuncio del Congreso
Extraordinario del PSM-PSOE para el día 31 de julio, informando el presidente
de la Gestora, Rafael Simancas, que las candidaturas que vayan a concurrir
tienen hasta el día 10 para recoger los avales que le acrediten, se abre el
proceso político participativo.
No en vano, los/as militantes socialistas votaremos el 26
de julio la elección de la persona que va a ostentar el cargo de secretario/a
general del PSM.
Todo hace presuponer que de los 15.000 afiliados que
tiene la federación madrileña, debido a la época estival, la participación será
reducida. Esto, y el debate sobre los posibles candidatos aumenta las ya de por
sí, altas temperaturas madrileñas.
Por la parte que toca a la agrupación de Getafe, el hecho
de que la secretaria general y alcaldesa Sara Hernández, suene en la terna para
conquistar la confianza de los electores y presidir el PSM, abre un debate
profundo.
Los últimos cuatro años, de manera discreta, he estado
colaborando en el proyecto político que ha logrado recuperar la alcaldía de
Getafe por las fuerzas de progreso y la izquierda de la ciudad. Por tanto,
conozco hasta donde se puede en política, el perfil de Sara Hernández.
Mujer de partido, socialista sin ambages, capaz junto con
otro grupo de personas de haber cambiado la agrupación de Getafe y propiciar el
pacto para gobernar la ciudad.
Por ello, considero que cualidades y experiencia no le
faltan para acometer la aventura que se le plantea desde la procelosa
federación madrileña.
Ahora bien, si resultase elegida secretaria general y el
hecho de ser la alcaldesa de la ciudad, exige que se articulen los mecanismos
necesarios para que cuando tenga que cumplir con la obligación de las
diligencias propias del cargo a nivel Comunidad de Madrid, su ausencia de
Getafe, no merme un ápice la gestión en la alcaldía de la ciudad.
Esto último es fundamental, y por eso considero muy
importante configurar un equipo compacto de gestión tanto en la ciudad de
Getafe, como en la dirección del PSM. Ello, le permitiría poder desarrollar sus
conocimientos y aplicar sus habilidades políticas ejerciendo ambos cargos sin
menoscabo en ninguno de ellos.
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