La experiencia política nos demuestra que cuando un
partido político obtiene un buen resultado electoral, todo son para bienes y
armonía interna. En cambio, cuando los electores le retiran su apoyo, se abren
grietas difíciles de cerrar.
Este será el caso del Partido Popular si se confirmara el
20D los resultados en intención de voto que hoy EL PAIS a través de la empresa
Metroscopia hace públicos.
Un partido que pierde en el mejor de los casos 86
diputados, con independencia de que posibles pactos le permitiera gobernar,
tendrá un gran problema interno. Máxime cuando viene de una mayoría absoluta
que le ha permitido hacer y deshacer sin tener que pedir opinión al resto del
arco parlamentario. Por tanto, la realidad que vivimos en España, es
responsabilidad exclusiva del Partido Popular.
Un resultado como el anunciado es el final de Mariano
Rajoy al frente del Partido que preside.
Dejando aparte el buen resultado de Ciudadanos, al PSOE
también esta encuesta le sitúa en una encrucijada que sólo se podrá resolver si
consigue Pedro Sánchez ser investido presidente del Gobierno.
Si los pactos que debería conseguir no le permiten alcanzar
esa meta, de nuevo estaremos cuestionando si el actual equipo socialista es el
mejor para poder gestionar otros cuatro años la oposición al Gobierno
resultante.
Y, verdaderamente, es una lástima debido a que en pleno
proceso de aprobar las ordenanzas fiscales y presupuestos de ayuntamientos y
comunidades autónomas, allí donde gobiernan los socialistas, el electorado no tenga tiempo de valorar las políticas
que se anuncian y que cuando entren en vigor demostrarán que hay otra manera de
hacer política bien diferenciada a la que hemos tenido que soportar durante
estos cuatro últimos años.
Esto, siendo así, no tiene más salida que hacer pedagogía
política explicativa y realizar el esfuerzo necesario que consiga la confianza
del electorado. Si no se logra, estamos anunciando tormenta política.