Cuando todavía no se han apagado los ecos de la empalagosa
conversación televisada con el Jefe del Estado, ahora en la celebración de la
Pascua Militar, aluden a la serenidad del Ejército ante posibles provocaciones.
Hemos conocido que los asesores del Monarca fueron los
que diseñaron la estructura de la conversación con el periodista Hermida. Y,
cuando toda España estaba pendiente de alguna mención a los problemas más
acuciantes que el año 2012 ha protagonizado la familia Real, los 21 minutos
pasaron y nada conocimos de lo que piensa su Majestad sobre ellos.
En la celebración de la Pascua Militar, el Rey, de nuevo
alude a la unidad soberanista de España en defensa de los intereses de todos en
clara sintonía con el apartado más polémico del discurso del ministro de
Defensa:” Resulta primordial
el esfuerzo para mantener las capacidades militares que garanticen una
disuasión verosímil en defensa de los intereses de
España”.
Los presentes y quienes hemos seguido la
noticia interpretamos que se refería al reto soberanista catalán. Sin entrar
en detalles sobre las consecuencias finales de la decisión que se debate en
Cataluña, lo que reprocho con total contundencia es la alusión a que los
militares "están preparados, mantienen el ánimo firme y sereno, sin
atender a absurdas provocaciones".
En pleno
siglo XXI, en un Estado de Derecho, formando parte integral de Europa y una
democracia consolidada, responder a una presunta consulta sobre la soberanía e
independencia de Cataluña mencionando las cualidades militares no puede
dejarnos impasibles.
El pueblo
catalán y sus dirigentes tendrán que diseñar el proceso de la consulta dentro
de los parámetros establecidos legalmente, por tanto, queda mucho camino por
delante y muchas interrogantes tienen que ser despejadas antes de llegar a la
firme consulta.
Por ello, que se aproveche las dos comparecencias del
Jefe del Estado para aludir al proceso y qué, además, el Gobierno del Sr. Rajoy
mencione a los militares, en un debate de la sociedad Civil y sus representantes
políticos, es altamente peligroso.
Es cierto que en políticas sociales estamos retrocediendo
a varias décadas atrás, que de nuevo la población española “los jóvenes” es una
generación emigrante, pero pensar en los servicios del Ejército para solucionar
un problema de identidad de un pueblo, es una locura que no podemos consentir.
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