Mucho se ha escrito sobre el fracasado golpe de estado
del 23 F, y conocemos detalles de cómo se fue fraguando. Que la operación tenía
amplias ramificaciones y cómplices difíciles de comprender, pero que todos
estaban de acuerdo en un objetivo: desbancar al Presidente Suárez.
Así nos lo cuenta el escritor Javier Cercas, en su libro “Anatomía
de un instante”. Y puedo asegurar que estoy conociendo datos y estrategias que
me hacen pensar que la historia y sus protagonistas de la época fueron
maquiavélicos con el Presidente. Incluida la persona que le nombra el Rey Juan
Carlos.
Es verdad, que dentro del análisis del perfil de Adolfo
Suárez, al final de sus días en la presidencia él se resiste al abandono de la
Moncloa debido entre otras cuestiones a lo siguiente:
“Como todo político puro, Suárez sentía además una
necesidad apremiante de ser admirado y querido. Había forjado parte de su
carrera política a base de adulación, hechizando a sus interlocutores con su
simpatía, sus ganas de agradar. Trataba de convencer que él no era un ser
extraordinario sino que ellos eran todavía más extraordinarios que él, y de que
por tanto iba a hacerles objeto de toda su confianza, su atención y su afecto.
Para un hombre así, pura exterioridad, cuya autoestima dependía casi por
completo de la aprobación de los otros, debió de ser una experiencia devastadora
notar que sus trucos de prestidigitador ya no surtían efecto, que la clase
dirigente le había tomado la medida y que el brillo de su seducción se había
apagado, que nadie se creía ya sus promesas ni aceptaba sus declaraciones de
amistad eterna”.
Pues bien, fuentes de total garantía me cuentan que en
Getafe, existe un caso político que no termina de entender que su ciclo de
protagonista principal ha pasado y que al igual que le sucedía a Suárez, ya no
valen viejos trucos de encantador de serpientes. Pero, él afirma y asegura convencido
que la recuperación de un Gobierno de izquierdas para la ciudad, pasa por su
vuelta a presidir la alcaldía de Getafe.
Obviamente, sus interlocutores le escuchan y hasta le
pueden aprobar sus intenciones. Luego, cuando se alejan del encuentro viene la
reflexión. Incluso desde el punto de vista médico empiezan a pronosticarle síntomas
de trastornos aplicados a la realidad.
Por tanto, sirva este apunte para desear que la historia
que han vivido otros actores políticos no se repita en la ciudad de Getafe.
2 comentarios:
Parece un poco fuerte lo que afirmas. Si te refieres a Castro no se si se postula para Alcalde, pero estoy seguro que está preparado para ello, mas que otros. Y experiencia le sobra.
Insisto en que yo cada día le veo mejor y más joven, y andado a grandes zancadas ( algo que en los últimos dos años de su mandato ya no solía ).
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