A raíz del conflicto generado con la destitución de la
dirección Socialista del PSM-PSOE, el que fuera presidente del Gobierno, Felipe
González, hace algunas apreciaciones que leídas detenidamente, nos deberían hacer
pensar de cara al futuro funcionamiento del PSOE.
Sobre todo si analizamos el tradicional comportamiento que
ha permanecido en el tiempo, con respecto a la relación de las personas que
tienen cargos orgánicos dentro del `partido´ y las que ocupan cargos institucionales
dentro de las distintas administraciones públicas.
La cultura usual, es que quien preside y dirige la
Comisión Ejecutiva, es la persona que la costumbre hace que sea el candidato/a que
encabeza la lista para la elección a la que se presenta.
Con la habitual maestría que tiene Felipe González,
cuando entra a valorar la decisión tomada para destituir al que era secretario
general del PSM y candidato a la Comunidad de Madrid, Tomás Gómez, el argumento
esgrimido no es otro que los partidos políticos no deben practicar la
`endogamia´.
Es obligado recordar que quienes alcanzan la dirección
del partido, sea nacional, autonómico o local, lo hacen democráticamente con el
refrendo de los militantes a través de los procesos establecidos.
Por tanto, los ganadores son considerados las personas
más idóneas para dirigir o conducir el partido.
Sin embargo, lo de Madrid, hace que González se cuestione
si la persona elegida internamente, es la que los ciudadanos esperan del
partido para que los represente.
¿Puede la democracia interna estar en contra o ser
prioritaria sobre la democracia de los ciudadanos con sus votos?
Obviamente, él defiende que no hay que ser endogámicos y
atender primero a los votos de los ciudadanos. También, defiende que las
elecciones primarias deben ser reguladas por ley para cumplimiento de todos los
partidos.
Ahora bien, el caso de Madrid, con la proclamación de
Ángel Gabilondo como candidato a la presidencia de la Comunidad, llevará una
vez concluido el trabajo de la `Gestora´, a que se tenga que convivir con una bicefalia
compuesta por el candidato y el secretario general de los Socialistas
madrileños.
Lamentablemente para los Socialistas, todavía retenemos
el fracaso que supuso la experiencia de Borrell y Almunia. Los tiempos no son los mismos y si nos atenemos a la prédica de González, esto va a suponer un
cambio profundo en la cultura del Partido Socialista Obrero Español.
Es decir, una cosa será dirigir internamente el `partido´
y otra elegir a la persona que aglutine más apoyos electorales. Todo un reto
para un partido con casi 136 años de historia.