Es alarmante el crecimiento de asesinato de mujeres. Una
sociedad en pleno siglo XXI no puede dirimir sus conflictos personales con la
aplicación de la violencia del más fuerte. Si no se consigue frenar el ritmo de
asesinatos podemos superar el número de víctimas de 2013.
Los especialistas alertan que los recortes en los procesos
asistenciales, así como, la falta de apoyo económico que las víctimas perciben
durante el tiempo de amenazas, hacen prolongar la convivencia con el riesgo que
esto supone para la mujer maltratada.
Ante esta alarmante realidad parece que responsables políticos
se van a reunir para consensuar medidas urgentes que frenen esta cruda
situación.
Además, los expertos están llamando la atención sobre el
acoso que practican los jóvenes. Este nuevo fenómeno, siendo diferente del
comportamiento de las parejas adultas, tiene que ser tratado de manera
especial. No podemos obviar que al final es el caldo de cultivo que genera lo
que luego se practica en la sociedad adulta.
Por tanto, desde mi punto de vista se tiene que trabajar prioritariamente
en dos frentes: ayudas especiales a las mujeres que entran en el proceso
maltratador con fines específicos que las alejen del peligro inminente, y mucha
pedagogía a educativa en los centros escolares para que se instale definitivamente
en la mente de ellos y ellas que la igualdad entre géneros tiene que prevalecer
por encima de cualquier otra valoración.
Es curioso aplicando la ironía de los casos de asesinato,
que la mayoría de los asesinos después de cometer el delito intenta quitarse la
vida sin conseguirlo. Estos verdugos podían si tan desgraciados se sienten, quitarse
la vida ellos primero y así evitarían la muerte de su semejante.