Declaro que estos días pasados estaba confuso. Y estaba impreciso debido a que desde el Partido Socialista, sin pretender despertar la “crispación” se le brinda al Partido Popular la oportunidad de reabrir la fractura que aleja a la sociedad de los representantes políticos elegidos por nosotros. Así lo atestigua la todavía indecisión de los electores vascos y gallegos.
La sociedad, llegados a este punto de madurez democrática observamos estupefactos cómo ante la difícil situación económica mundial que vivimos nuestros elegidos representantes, cuando se equivocan y comenten errores se atrincheran en el mensaje de: “y tú más”.
Esto era lo que estaba pasando con el desafortunado asunto de las cacerías. El PP, está inmerso en una serie de escándalos económicos investigados por la fiscalía anticorrupción que ya, afectan a varias Comunidades y enrocado en una comisión de investigación sobre el espionaje en el Parlamento madrileño, la cual, no inicia su andadura consecuencia de las triquiñuelas del Gobierno de Esperanza Aguirre; cuando aparece Garzón y Bermejo, y le inyectan una bocanada de aire que hace poner los ventiladores en marcha.
Pero esto, se acabó. No se hubiera terminado si el Sr. Bermejo tuviera hipotecas políticas. Quiero decir que cuando se tienen compromisos ocultos con terceras personas o entidades, te obligan a resistir aunque provoques un daño irreparable a tu organización. Aquí, se ha demostrado que en este caso, no existe.
Ahora, tiene que ser el Partido Popular, quien demuestre a la sociedad lo que significa para esa organización política estar “imputados” en un proceso judicial. Si mantiene la misma actitud que hoy manifiesta, nos obliga a pensar que las hipotecas que soportan son severas y se tienen que pagar. Por tanto, hay que resistir a la espera de otro supuesto error.
Hago un llamamiento a la participación para que el día 1 de marzo se convierta en el indicativo sancionador que mida la confianza de los electores.