Con el mayor de los respetos para aquellas personas que se llaman Santiago, tengo que decirles que han tenido mala suerte. Qué una mente cerrada y maligna como la de José Mari Aznar, se dirija a con ese nombre a los jóvenes no debe de afectarles. Son cosas episódicas que no se pueden evitar.
El autor del libro “Cartas a un joven español”, por la cantidad de sandeces que le dice al muchacho Santiago, parece que se ha quedado anclado en el tiempo y que la globalización cultural y social no ha llegado a España. O lo que a él le gustaría, que el analfabetismo siguiera instalado en la sociedad española y sólo se viera por los ojos que la derecha retrógrada nos quiera guiar.
Recientemente, he tenido la suerte de asistir a una exposición de la obra literaria de Manuel Vicent, y dentro de la reflexión que hace de la historia reciente de España, nos dice: “a finales de los años 60, las espina dorsal del franquismo, la parte definitivamente, la llegada del 600 (coche de clases populares), el movimiento universitario, las salidas al extranjero y la llegada del turismo a España”. El avance de estos factores, hace que la sociedad española aunque soporta todavía el Gobierno dictatorial, ya nunca pueda dar marcha atrás.
Lo anterior, fue el pasado siglo XX. En el actual siglo XXI, pretender inocular los valores que le dedica a Santiago, es pretender poner puertas al campo y no apreciar la realidad que nos rodea. Sencillamente es querer ser ciego.
Que haga demagogia con el asesinato de Miguel Ángel Blanco, es manipulador y odioso. Que diga que ejerce de “Español a tiempo completo”, no sé a qué se refiere, desconozco a los españoles de “tiempo parcial”. Que a él, el mayo del 68, no le guste, lo puedo comprender, fue una de las causas que parte la espina dorsal del franquismo. Que no le guste la nueva realidad de la convivencia de las personas, allá él. Que se deleite con las homilías conservadoras de los Papas, es cuestión de fe.
Ahora bien, que diga que existe un “contubernio” conspiración y alianza, de una parte de la izquierda, (sin definir) con el fundamentalismo islámico radical, con el extremismo antisistema, ¡es ser malo por naturaleza y querer meter veneno en las venas de los Santiagos españoles!
Precisamente, por demostrar usted, ser quién es, está condenado al ostracismo político. Puede ganar mucho dinero, pero reconocimiento social, no le queda ninguno.