Desde diciembre de 2015, la política española ha sido una
noria que no ha parado de girar. Después de aquel primer resultado electoral con
la consabida negativa de Mariano Rajoy a presentar su candidatura a la
presidencia del Gobierno, hasta la tarde de ayer, donde el mismo Rajoy, consiguió
los apoyos y las abstenciones necesarios que le permite ser nombrado
Presidente.
Entre estas fechas, hubo otra candidatura fallida del Partido
Socialista Obrero Español, y unas nuevas elecciones el pasado mes de junio.
Es digno de estudio analizar el comportamiento de los
grupos políticos españoles con representación parlamentaria, que han permitido
que un grupo político que renuncia a la presidencia, hoy, tenga la
responsabilidad de formar Gobierno.
La base electoral que tiene el Partido Popular ha
permitido que a pesar de todos los casos de corrupción y las leyes aprobadas, la
fidelidad de sus votantes le convierta en el partido más votado.
Sin embargo, la división de la izquierda les arroja a
permanecer en la oposición. Los partidos políticos que no tienen capacidad de alcanzar
la gestión de una administración, aunque en sus programas contengan proyectos
transformadores de la sociedad, es imposible que lo puedan poner en práctica.
Así, el repetido techo electoral que a día de hoy,
alcanza Podemos, no es suficiente para optar a esa transformación. Por tanto, necesita
de la izquierda centrada que apoya al PSOE.
En estos momentos, este partido, se encuentra en un
profundo proceso de refundación para evitar que 137 años de historia se diluyan
en la nada.
Desde mi punto de vista, lo ocurrido es muy grave y no
hay una sola causa o persona responsable de la situación. Es evidente que lo
que sucede se venía fraguando desde hace mucho tiempo y la manera de convenirse
las soluciones iba sentando las bases de lo ocurrido.
Por todo ello, el futuro del PSOE se tiene que cimentar sobre
la nueva realidad de la sociedad española. De una parte, tiene una izquierda
que está implantada. De otra, una derecha que va a pretender consolidar lo que
hoy tiene. Pero, a pesar de todo, hay un espacio del electorado que no vamos a
renunciar a los valores que ha representado y representa el Partido Socialista.
Convivencia, integración, solidaridad, justicia, humanismo, defensa de los
servicios públicos de calidad y otros valores de los cuales está impregnado el
PSOE.
Convencido de que esto es así, el final del proceso en el
que se está inmerso, tiene que ser confeccionar un proyecto adaptado a esta
nueva realidad, donde debemos encontrar a los mejores para gestionarlo. Tenemos
que desterrar en esta transformación las maneras usadas que nos han traído a
esta situación. Hay que captar el apoyo de la izquierda amplia que existe en
España y hacer que las personas de ideología centrada también valoren que
tienen su espacio en un PSOE renovado.
Si en todo ello, se empieza a trabajar con claridad y
transparencia sin enfrentamientos personales, con generosidad de todas las
partes, desde este espacio y personalmente me encontraré con todos mis
compañeros.