Apreciada Teresa, hoy es un gran día para ti, tu familia y
para todas las personas que nos hemos sentido `Teresa´ y que siempre hemos
deseado que el día de hoy con la vuelta a tu casa se hiciera realidad.
En este momento todavía no conozco cuales van a ser tus
palabras ante los medios, pero el hecho de habernos despertado con la noticia
de tu incorporación a la vida cotidiana, me lleva a sugerirte que seas
`generosa e implacable´.
Verás, cuando todavía no estaba claro que pudieras
superar el proceso del virus, la amiga portavoz de la familia estuvo haciendo
un trabajo impecable. Luego, cuando ya se vislumbraba que habías superado el `ébola´
aparece en escena el profesional jurídico y se empieza hablar de las posibles
querellas que con toda razón tienes derecho a interponer.
Es cierto que al principio hubo una descoordinación manifiesta
desde que tú haces la primera llamada indicando los síntomas que tienes. Y, con
la perspectiva del tiempo se detecta que se pudo reaccionar de otra manera.
Es en esos momentos de desconcierto cuando ya se sabe que
estabas infectada es cuando igualmente, producto del desconocimiento del
alcance, se toma la decisión de sacrificar a tu perro.
Siendo grave lo anterior, no es descabellado ser
generosos y tratar de comprender algunas de las decisiones erróneas que se han
tomado.
Con quién no se puede tener consideración alguna y por
tanto tienes que ser implacable es con el Consejero de Sanidad de la Comunidad
de Madrid. Ante una situación nueva y desconocida para la Sanidad madrileña, y
tratando de cubrir sus posibles responsabilidades, no tiene miramiento para
echarte la culpa de la situación de la enfermedad que habías contraído como
consecuencia del trabajo que habías estado realizando. Este hecho, siempre debe
ser considerado un `accidente laboral´, nunca un capricho de la persona que
presta sus servicios.