Esta semana que ha terminado, los españoles hemos sido
testigos de cómo se han formado las cámaras políticas que tienen posibilidad de
gobernarnos los próximos cuatro años.
Hay que reconocer que en el caso del Senado ha sido mucho
más rápido que el Congreso. También, esa agilidad ha dejado alguna sorpresa que
el ciudadano común no termina de comprender. Es cierto que los protagonistas se
han esforzado en explicar que lo sucedido es costumbre de anteriores
legislaturas y que siempre se ha llevado a cabo alguna cesión de diputados
entre grupos diversos para poder conformar cada uno el propio.
Así, la gran extrañeza ha sido conocer y de manera amplificada
por medios y grupos políticos, que el PSOE, cede cuatro senadores a ERC para
que estos últimos, obtengan el número necesario para poder beneficiarse de las prebendas
de poseer grupo propio.
Después de los resultado que han arrojado las urnas y con
una difícil incógnita para perfilar la composición de un Gobierno estable que
garantice la gobernabilidad, el valorar que un partido político defensor de la
la unidad territorial de España, conviene y acuerda con un grupo cuyo eslogan
irrenunciable es segregar a Cataluña del resto de España, es harto complicado
de comprender. Sí, se dirá que la política es el arte de lo posible. Pero, en
este caso y consecuencia de lo que los catalanes y su Parlament proclaman, hay
que tener muy buenas tragaderas para digerir el acuerdo.
Con el incierto resultado final que se pueda alcanzar en
el Congreso para formar Gobierno, y los posibles acuerdos que se puedan lograr,
hay una cuestión en el Senado que pone de manifiesto su poca utilidad para
defender y solucionar los problemas territoriales.
Se entiende que los distintos grupos políticos que lo
forman pertenecen a todo el arco electoral que se ha presentado en todo el
territorio español, y que sus representantes provienen de todas la comunidades
autónomas que configuran el Estado. En el supuesto de que inducidos por la
situación que persiste en Cataluña se tuviera que tratar asuntos relacionados
con su competencias, nadie duda que el grupo ERC defendería con uñas y dientes
aquello que ellos entienden que beneficia a su nacionalidad.
Es entonces cuando surge la pregunta: ¿los cuatros
senadores socialistas si tuvieran que votar cuál sería el sentido de su voto? A
no ser, que ya esté previsto que el desenlace político del trabajo realizado no
producirá nunca esta situación.
Llegados a esta extremo, que a buen seguro también se
producía en anteriores legislaturas, hay que tener un dato muy importante que
no deben olvidar los dirigentes políticos que entran en ese juego: antes, la
composición de Parlamento y Senado no era la misma que hoy conforma ambas
cámaras. Y, por tanto, las voces que se escucharán generarán desconocidas
consecuencias.