21/01/2014

Mala cuenta de resultados

La información que nos ofrece la Cadena SER sobre la decadencia de la asignatura de Religión en la escuela pública y en menor medida en la escuela privada, hace que igual que le sucedería a cualquier empresa, la Conferencia Episcopal Española, el balance que presenta es una `mala cuenta de resultados´.

Analizados los datos del informe se llega a la conclusión de que en las Comunidades autónomas donde la tradición procesional y fiestas relacionadas con la liturgia de las mismas, es más abundante, se registra mayor número de matriculaciones en la enseñanza obligatoria en los ciclos de primaria. A pesar de ello, conforme los alumnos van creciendo en secundaria empieza a bajar y la tendencia definitiva se confirma en bachillerato. Así durante toda la década 2001 – 2012.
País Vasco, Cataluña y Baleares son los lugares donde menos estudiantes eligen cursar la asignatura de Religión.

Hemos de recordar que este desapego se produce cuando hay libertad de elección para elegir la asignatura de Religión u otra materia académica alternativa. Es obvio que los jóvenes conformen van  ajustando su propio criterio y ante lo que los dirigentes católicos españoles dicen que debe ser la práctica religiosa católica no se sienten atraídos hacía los principios de la doctrina.

Este fracaso aplicado a cualquier entidad, empresa u organización, sería motivo de estudio muy severo para averiguar cuáles son las causas que lo producen. Pero, en el caso de la Conferencia Episcopal, en lugar de hacer ese análisis, lo que hace es exigir al Gobierno de turno la imposición de la asignatura. En estos momentos, gobernando el Partido Popular, la Iglesia Católica ha conseguido de manera muy sibilina a partir de la ley Wert, que compute para la nota media el resultado de la asignatura de Religión para la obtención becas. Es cierto que siempre queda la alternativa de `Valores Cívicos´.

Se puede concluir que la fe y las creencias religiosas no se imponen, las decisiones que se toman en ese tipo de posicionamiento en la vida son por convencimiento. Y, eso es precisamente lo que le falta a los dirigentes eclesiásticos españoles convencer con sus postulados y acciones diarias acercándose a la realidad social del siglo XXI.

Os dejo el enlace para vuestra propia consideración.

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