No he terminado de procesar el caso `tarjetas opacas´
cuando conocemos que `ébola´ hace su aparición directamente en España. Ambas cuestiones
tienen una repercusión internacional que daña la imagen de nuestro país.
Gracias al comportamiento de lo que podemos calificar de `embutidos
de baja calidad´, determinadas personas con poder dentro de una entidad financiera
quebrada y rescatada con el dinero público que aportamos cada uno de nosotros,
iban gastando dinero sin control.
Indudablemente, el primer responsable es el presidente de
Caja Madrid, primero y luego Bankia, quien se atribuye tal privilegio que hace
extensible a los consejeros representantes de partidos políticos, sindicatos,
patronal y algún otro que pasaba por allí.
Todos eran conocedores de la opacidad del dinero que
cobraban y gastaban sin control de la Hacienda pública. Y, los partidos,
sindicatos, organizaciones empresariales utilizaban el entramado montado por
los máximos responsables para financiarse de manera privilegiada. Por tanto,
ante tal comportamiento todas las personas implicadas deben dimitir de
inmediato de todos los cargos. Pero, por primera vez se debe exigir la
devolución de todo el dinero gastado y cargado a la `tarjeta opaca´.
El Gobierno español debe ser reconocido internacionalmente
por un `Gobierno´ que sanciona y persigue este tipo de comportamientos.
El otro asunto, tiene un calado mucho más complicado. Hasta
el momento, el virus asesino se había manifestado en países pobres de África. Su
aparición en Europa y en especial en España, puede traernos graves
consecuencias si no se consigue controlar.
Y esto último, hasta la fecha, es difícil de conquistar debido
a la pasividad internacional sobre la investigación de las causas que lo
provoca. Como los casos de muerte se producían en el continente africano, hay
que reconocer que no ha existido mucha diligencia en producir el antídoto que
lo contrarreste.
Ahora que hace su aparición en el mundo desarrollado ya
veremos las consecuencias que nos trae. Es sorprendente conocer que
prestigiosos médicos afirmen que no existe ningún fármaco y debe ser el propio
organismo de la persona afectada quien debe desarrollar sus anticuerpos que
ayuden a superar la infección. Si no lo alcanza llega la muerte.
De nuevo el Gobierno español, está obligado a efectuar
cuantas diligencias sean necesarias para conseguir controlar esta infección y
que España no pueda ser calificada como el país internacional que introduce el
virus en Europa.