Gracias a la actividad de voluntariado que realiza mi
compañera y madre de mis hijos, hoy, he conocido más de mí pasado familiar. Entre
diseño e hilado de patchwork, hablan ellas, y se dan a conocer Rosario y
Manuela.
El resultado es que en Perales del Río, barrio de Getafe,
vive una prima segunda que no conocía. Y, esta mañana durante dos horas hemos
hablado y la madre de Manuela me hace entrega de esta foto, cuyo valor
sentimental me ha colmado de satisfacción. Un excelente comienzo de año, además
de un inicio de familiaridad.
La motivación que siento me hace contaros el significado
de la foto y su porqué. La persona señalada de la derecha, es Aurelio Espejo,
padre de Manuela, y la del centro es mi padre, Antonio Pulido. Ambos, primos
hermanos. El grupo son aprendices y oficiales de diversas especialidades de la
reparación de automóviles en la ciudad de Martos. Años 50 del siglo pasado.
El lamentable hecho, de que mi padre nos dejara a la edad
de 38 años, hace que yo no tuviera conocimiento de ese grupo y por ello, el
especial significado del momento que hoy he vivido. Tampoco dispongo de muchas
fotos que recuerden momentos de esa época.
De ahí, que después de toda una evolución social, el
regalo de mi prima segunda, me haga sentirme bien.
El encuentro ha sido sorprendente. Yo a su madre Manoli, la
conocía, igual que a su padre Aurelio. Lamentablemente también nos ha dejado. Y
sin tener una relación estrecha se ha creado un ambiente de afinidad en
conceptos e ideas que no me hubiera podido imaginar. Hemos intercambiado
recuerdos y vivencias del pasado que sin haberlo transitado juntos nos han retrotraído
a nuestros orígenes y al presente actual. Y, esto es el principio. Falta
sentarnos juntas las dos familias.
Si analizáis el contenido de este espacio, no es habitual
entradas o apuntes de este calado íntimo, pero hoy 3 de enero, ha sido un día
especial.