La alarmante llamada que nos están haciendo contra el hambre que aumenta en los países más pobres, debe hacernos recapacitar sobre la solución que debemos aportar.
Ahora, solucionar y corregir el cambio climático controlando las emisiones de gases al espacio, hace que la producción de los cereales que sirven de base para los “biocombustibles” provoca el aumento del precio de otros productos, materia prima, que sirve de base alimenticia para un importante número de personas. Haciendo que aumente el hambre en el mundo.
La desnutrición se conoce y así se recoge en los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas. Objetivo 1: Erradicar la pobreza extrema y el hambre.
Además, UNICEF nos alerta sobre la crítica situación que vive Somalia. Y también la 30ª Conferencia Regional de la FAO analiza la situación en América Latina y el Caribe.
España, a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) coloca el énfasis en la implementación de políticas públicas de mediano y largo plazo, y en la colaboración entre países para combatir el hambre.
Ahora bien, esto si más, no es suficiente. El Gobierno de España, junto con los del resto de la Unión Europea, tienen la obligación de impulsar una serie de medidas y ayudas que sirvan para: “Contener de inmediato el aumento de los precios de los alimentos básicos en los países pobres. Y luego buscar los medios productivos en el mundo para que medio-ambiente y atención primaria a la alimentación se conjuguen y acabemos definitivamente con esta lacra del hambre”.
Esto, es inconcebible en un mundo del siglo XXI.