21/02/2015

Un cambio profundo

A raíz del conflicto generado con la destitución de la dirección Socialista del PSM-PSOE, el que fuera presidente del Gobierno, Felipe González, hace algunas apreciaciones que leídas detenidamente, nos deberían hacer pensar de cara al futuro funcionamiento del PSOE.

Sobre todo si analizamos el tradicional comportamiento que ha permanecido en el tiempo, con respecto a la relación de las personas que tienen cargos orgánicos dentro del `partido´ y las que ocupan cargos institucionales dentro de las distintas administraciones públicas.

La cultura usual, es que quien preside y dirige la Comisión Ejecutiva, es la persona que la costumbre hace que sea el candidato/a que encabeza la lista para la elección a la que se presenta.

Con la habitual maestría que tiene Felipe González, cuando entra a valorar la decisión tomada para destituir al que era secretario general del PSM y candidato a la Comunidad de Madrid, Tomás Gómez, el argumento esgrimido no es otro que los partidos políticos no deben practicar la `endogamia´.

Es obligado recordar que quienes alcanzan la dirección del partido, sea nacional, autonómico o local, lo hacen democráticamente con el refrendo de los militantes a través de los procesos establecidos.  
Por tanto, los ganadores son considerados las personas más idóneas para dirigir o conducir el partido.

Sin embargo, lo de Madrid, hace que González se cuestione si la persona elegida internamente, es la que los ciudadanos esperan del partido para que los represente.

¿Puede la democracia interna estar en contra o ser prioritaria sobre la democracia de los ciudadanos con sus votos?
Obviamente, él defiende que no hay que ser endogámicos y atender primero a los votos de los ciudadanos. También, defiende que las elecciones primarias deben ser reguladas por ley para cumplimiento de todos los partidos.

Ahora bien, el caso de Madrid, con la proclamación de Ángel Gabilondo como candidato a la presidencia de la Comunidad, llevará una vez concluido el trabajo de la `Gestora´, a que se tenga que convivir con una bicefalia compuesta por el candidato y el secretario general de los Socialistas madrileños.

Lamentablemente para los Socialistas, todavía retenemos el fracaso que supuso la experiencia de Borrell y Almunia. Los tiempos no son los mismos y si nos atenemos a la prédica de González, esto va a suponer un cambio profundo en la cultura del Partido Socialista Obrero Español.

Es decir, una cosa será dirigir internamente el `partido´ y otra elegir a la persona que aglutine más apoyos electorales. Todo un reto para un partido con casi 136 años de historia.

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