04/05/2008

Quiero vivir

La resaca madrileña producida por la celebración del 200 aniversario del 2 de mayo, se ha visto diluida por la inesperada muerte del ex presiente del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo y Bustelo.

Hoy, todos los medios dedican referencias importantes a la personalidad política y humana del Sr. Calvo-Sotelo. Por lo tanto, yo, sólo voy a resaltar la parte que más me ha llamado la atención. Si le he nombrado con nombre y apellidos, es debido a que dentro de su extensa familia, se puede apreciar dos vertientes diferentes. La primera relacionada con la derecha conocida de nuestra historia; y la segunda, referida a la parte familiar asociada a las ideas progresistas. Entre lo comentado de su persona, quien ha conocido y se ha relacionado con sus familiares de la izquierda, dice que, cuando éstos, tenían problemas con el régimen militar de Franco, siempre acudían a la influencia del primo Leopoldo, para que intercediera en su favor. Y según cuentan, fueron atendidos en su requerimiento.
Para mí, este hecho, demuestra la calidad humana del Sr. Calvo-Sotelo.
Descanse en Paz.

Aniversario
La mencionada celebración del 2 de mayo, en la Comunidad de Madrid, ha estado exaltando la ideología “liberal” de hace 200 años y nuestra presidenta, hábilmente trayendo el agua a su molino.

Pero también, entre tanto elogio y exaltación, en El País del 01/05/2008, Vicenç Navarro, catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y profesor de Políticas Públicas y de Estudios Políticos de la Johns Hopkins University.

Reflexiona sobre: Desigualdades sociales, calidad de vida y salud.
Recomiendo su lectura íntegra. Pero no obstante, vamos a ver algunos pasajes de lo expuesto.

Una característica de muchos países desarrollados ha sido el crecimiento de sus desigualdades sociales a causa de políticas que han diluido la cohesión social que caracterizó a la mayoría de países europeos y Estados Unidos durante el periodo que siguió a la Segunda Guerra Mundial, cuando el keynesianismo y las políticas redistributivas centraban las políticas económicas y fiscales. Incluso el presidente republicano de Estados Unidos Richard Nixon dijo en su día: "todos somos keynesianos".

Ahora, estableciendo un paralelismo semejante, gran parte de los dirigentes de gobiernos de ambos lados del Atlántico podría decir que "todos somos liberales", porque la situación cambió a partir de los años ochenta con la llegada del republicano Ronald Reagan a la presidencia de EE UU y del Gobierno conservador del Reino Unido liderado por Margaret Thatcher. El abandono de las políticas redistributivas, del keynesianismo y del intervencionismo público ha tenido como consecuencia un enorme incremento de las desigualdades sociales que han alcanzado su mayor expresión en EE UU.
Otro ejemplo de que la diferencia en los niveles de renta no explican la mortalidad diferencial entre seres humanos es que el tercio superior de la población de EE UU tiene unos indicadores de salud peores que el tercio inferior de la población con menor renta del Reino Unido, a pesar de que el primer grupo es mucho más rico que el segundo. Nivel de renta “per se”, por lo tanto, no es garantía de buena salud.

¿Cuál es entonces la razón de esta mortalidad diferencial?
Para responder a esta pregunta hay que constatar que existe un gradiente de salud en todos los países independientemente de su riqueza. El profesor Michael Marmott ha estudiado, por ejemplo, los niveles de salud de los funcionarios públicos en el Reino Unido y ha visto que factores como la alimentación, el hábito de fumar, el nivel de grasas en la dieta y otros factores, explican sólo un 30% de las diferencias de mortalidad entre los más y los menos sanos. Tales factores, que centran las intervenciones de salud pública, basadas en un mejoramiento de los hábitos de consumo y comportamiento individual son de gran importancia, pero insuficientes.

Controlar el trabajo y la vida
Otros factores juegan un papel incluso mayor. Entre ellos está la sensación de poder controlar el trabajo y la vida de uno mismo. Tal sensación determina que a mayor percepción de control de la vida, mayor nivel de salud. En realidad, la renta, la educación, el estatus social y otras variables son instrumentos para alcanzar tal sensación de control. Pero esta sensación que se presenta a nivel de cada persona, depende de cómo tal persona se relacione con otras. A mayor sociabilidad y solidaridad, mejor salud. Ahí está la raíz del problema y por lo tanto la vía para encontrar la solución.
El darwinismo social que caracteriza las políticas liberales (en las que cada persona debe competir con otras, valiéndose por ella misma, con escasa protección social) es la mayor causa de patología social, y de escasa calidad de vida y salud para la mayoría de la población.

Esta teoría liberal, pura y dura es la que defiende Esperanza Aguirre. Que cada cual, elija. Yo, quiero vivir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mucho se habla sobre el gran triunfo del pueblo español sobre las tropas francesas y del heroismo de tanto patriota pero no nos hubiese venido nada mal que se establecieran por un tiempo más largo y haber aprendido y asimilado las maximas de su revolución que no en vano marca el paso de una era de la Humanidad a otra moderna y libre.
El Ciudadano, el Estado y su Gobierno nos habrian aportado un futuro mejor que el que tuvo España a partir de eso que se llama erroneamente orgullo patrio, pues el orgullo es ser Ciudadanos socialmente cohesionados, libres y responsables.