28/05/2008

Distintivos religiosos

El reciente debate parlamentario sobre la retirada del crucifijo en los actos oficiales, incluido el protoco de toma de posesión del Gobierno, no ha dejado satisfechos a la gran mayoría de pensadores progresistas.

El Partido Socialista no ha tenido la suficiente cintura política para solventar la propuesta presentada. Sin necesidad de enfrentarse a la Iglesia Católica, ha debido atender la coherente propuesta. Máxime cuando su contenido se ajusta perfectamente al texto constitucional que nos gobierna.
Artículo 16.
Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.

Partiendo de esta premisa y dado que todos los ministros prometieron y no juraron su cargo, el PSOE, debió presentar una propuesta transversal, donde se reconociera que allí donde el protocolo no vaya a utilizar procedimientos de juramento sobre la Biblia, tanto ésta, como el crucifijo, no tienen porqué estar presentes. Recordemos que la definición que se hace del libro Sagrado es la siguiente: Llamamos Biblia o Sagrada Escritura a la colección de libros que «escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor, y como tales libros inspirados han sido entregados a la Iglesia» (cfr. Conc. Vaticano I, EB n° 62).

Queda demostrado que el contenido constitucional y la definición de la Sagrada Escritura, se contraponen. Y por ello, el servicio protocolario allí, donde los representantes públicos no juren sobre la Biblia, estos símbolos no tienen que estar presentes.
Es más, se debería diseñar una alegoría emblemática defensora de la Libertad, la Democracia y los Derechos Humanos para acompañar a la Constitución Española.

Por lo tanto, estaría bien preveer ambas posibilidades y compatibilizar su uso cuando los protagonistas lo demanden. Es obligación de todos adaptarnos a la evolución social.

2 comentarios:

Santi Costa dijo...

Querido Antonio:
Estoy completamente de acuerdo con tus post, creo que hace falta clarificar la posición y, sobretodo, visualizar de una vez por todas la aconfesionalidad del Estado. ¿Què pasaría si un ministro de una confesión no cristina tuviera que prometer el cargo?

Un saludo

Antonio Pulido Ruiz dijo...

Santi, ese es precisamente el debate. En un Estado aconfesional y laico debemos preveer todas las posibilidades. Por lo tanto, hemos tener prevista la solución.