24/09/2006

La cruzada del siglo XXI

Difícil tarea conciliar la convivencia en el mundo actual. Esto, no es debido sólo a una causa, sino a múltiples factores sociales de las distintas economías, culturas y religiones. Ante las cuales, debemos de ser muy cautos con las expresiones usadas, cuando nos referimos a los que son y piensan diferente.

Es lo que le ha sucedido a la Iglesia católica a través de su máximo representante en la tierra, el Papa Benedicto XVI. Con la habitual diplomacia que impera dentro del seno de la Iglesia, ésta, se ha prestado a rectificar y aclarar que las desafortunadas palabras no encerraban un contenido insidioso hacia la cultura y la religión musulmana.

No está el mundo para iniciar nuevas cruzadas (las cruzadas fueron, el resultado de la ambición de unos papas que buscaron ampliar su poder político y religioso. Los ejércitos cruzados fueron, en cierto sentido, el brazo armado de la política papal). Los fieles del siglo XXI, nunca entenderían una acción de este tipo. La ocurrencia, se califica de lamentable suceso y se aplaude la rectificación.
(Ciudad del Vaticano, 25 sep (EFE).- Benedicto XVI reiteró hoy su "estima" por los musulmanes y aseguró que el diálogo interreligioso e intercultural entre cristianos y musulmanes "no es una elección del momento" sino "una necesidad vital de la que depende en gran parte nuestro futuro").

Pero he aquí, que cuando parecía que la normalidad estaba encontrando su camino, Jose Mari “El Creyente” entra en escena y asevera: ¿Cuál es la razón por la que nosotros tenemos que pedir disculpas y ellos nunca tienen que hacerlo? "Un montón de personas en todo el mundo exige al Papa que pida disculpas por su discurso, pero ningún musulmán me ha pedido perdón por ocupar España durante 8 siglos". Y sentencia: “Aunque considero que el diálogo en política es esencial, la “Alianza de Civilizaciones” es una iniciativa “estúpida” e “incomprensible”, cuando "estamos en un tiempo de guerra en el que es, el nosotros o ellos”.

Pesa como una losa

Desconocemos el efecto que tales afirmaciones habrán producido en los jóvenes populares, que declaran que quieren hacer la “revolución ideológica desde el centro”. A quién sí ha obligado es a Mariano Rajoy, que teóricamente se desmarca de su antecesor con estas palabras: “Yo no me ocupo de la Historia, ni de Franco, ni de la memoria histórica, ni de la invasión de los árabes. Yo me ocupo del futuro”.
Estimable manifestación que se cuestiona por la revelación inmediata de apoyo de Eduardo Zaplana, que presto acudió a echarle un capote a su amigo Aznar: “Tiene todo el derecho a expresarse en los términos que considere oportunos”.

Es necesario recordarle al “El Creyente” y a sus acólitos seguidores, que ante un choque de civilizaciones, hoy, no vale hacerse la foto con sus aliados y luego quedarse en el castillo a la espera de que las huestes se batan en el campo de batalla. Los jefes de las cruzadas eran los primeros en empuñar las armas en el frente.

Esta sociedad no necesita dirigentes políticos con mentalidad beligerante para solucionar los conflictos generados. Son necesarias personas con capacidad de diálogo capaces de encontrar soluciones en las mesas de negociación. ¡Nunca en los frentes de batalla!

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