16/06/2006

Interesante aclaración

Los últimos días estaba sirviéndose un debate político acerca de las posibles discrepancias entre Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. Con el titulo “Generosidad política”, en esta página se hacía mención sobre dónde y cómo se produce el hecho expresado.

Hoy, El País, en la sección de opinión Felipe González, publica un interesante artículo “Política sin ruleta”.

Dice Felipe:

En temas claves para nuestro país, como la política territorial o el proceso para acabar con la violencia terrorista, algunos dirigentes del PP, y sus epígonos mediáticos, cometen el error continuado de utilizarme para atacar al presidente del Gobierno, incluso metiéndome en sacos en los que no quepo, en un extraño juego que trata de justificar lo injustificable o de buscar en otros las razones que faltan a la sinrazón de sus comportamientos.
No espero que tomen en cuenta lo que les voy a decir, pero siempre confío en un "por si acaso", a favor de la reforma de los estatutos de autonomía, incluso si mantengo, cómo no, algunas discrepancias concretas sobre ciertos debates nominalistas o sobre tal o cual competencia reclamada. Esto vale para el de Cataluña, tras su paso lógico por el Parlamento español, para el de Valencia o para el de Andalucía, en las mismas condiciones, como para los que sucesivamente se irán incorporando a las reformas. Mi posición, por tanto, es favorable al "sí".

A continuación hace unas valoradas apreciaciones empíricas, producto de sus 13 años de Gobierno. Continúa:

De la misma forma, es decir, "por si acaso", pero con mínima esperanza de ser entendido por ese radicalismo extremo de la derecha del PP, deseo aclarar mi posición a favor del proceso abierto para liquidar la violencia terrorista de ETA, porque, probablemente, estamos ante la mejor oportunidad histórica de conseguirlo. Pero si sólo fuera una oportunidad más, como las habidas en el pasado con resultado de fracaso, también estaría a favor de que se intentara. Es más, también defendería que ése es el deber de todo Gobierno, sea del PP o del Partido Socialista o de cualquier otro signo, como lo fuera el de UCD.

Corresponde al Gobierno dirigir la lucha contra la violencia terrorista, intentando el consenso más amplio por el carácter de política de Estado de esta materia y lo hace. La oposición debe acompañar y apoyar al Gobierno, incluso los posibles errores que se cometan por el Ejecutivo en el curso de este proceso complejo. Pero no lo hace.

Trato de buscar una explicación para este disparate y no la encuentro, salvo que tuviera razón un amigo que conoce bien el juego de la ruleta y a los dirigentes del PP. Mira, me explicaba, creen que las elecciones próximas son su última oportunidad y las ven muy mal. Por eso, como los jugadores de ruleta que se sienten perdedores, lo apuestan todo al "13, impar y rojo". Si ganan se quedan con la banca. Si pierden consuman su ruina política, que pueden dar por hecha en estas circunstancias. ¿Será posible?

De la otra parte tenemos a los violentos y su entorno, que se siguen pronunciando como si las reglas de juego se tuvieran que acomodar a ellos, no ellos a las reglas de juego válidas para todos. Reclaman (¡extraño desvarío!) democracia para el País Vasco o Euskadi o Euskal Herria como un proceso que conduzca a que todos los demás les den la razón en sus propuestas, aunque no estén de acuerdo, y a que previamente los acepten sin que ellos tengan que aceptar la legalidad democrática.

¿Cuál es su mérito para que sus argumentos se impongan a los demás? Si se atrevieran a decir que las pistolas, la salida sería imposible, porque los violentos no pueden obtener ventaja alguna por dejar de serlo. Para jugar el juego democrático, el único que existe legítimamente, tienen que aceptar la legalidad, como los demás, renunciando clara y explícitamente a la violencia. Ése es el camino y el límite del diálogo. ¿Lo han entendido o creen también en la ruleta, en este caso acompañada de un terror sin salida alguna?

Estoy por tanto a favor de las políticas del Gobierno en estos temas claves para la convivencia, sin renunciar a ser un ciudadano libre que quiere expresar sus ideas sin que lo manipulen estúpidamente y sin pretender tener la verdad.

Así se siente el autor de esta página. Y por ello, dejo constancia.

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